12.12.2006

III. Un otro Reino


El desarrollo de los eventos políticos posteriores a la Gran Guerra habían llegado a la conformación de una enorme formación monolítica que conjugaba en sí fuerzas que políticamente estaban llamadas a combatirse.
Lograda la conjuración de una revolución popular armada tal como había sucedido en Rusia, la sociedad entra entonces a restañar las heridas dejadas por la perdida de la guerra y a reconstruir el país.

La derrota había sido total y dolorosa en la mayor de todas las guerras habidas hasta ese momento y que implico a todos; la Gran Guerra, la guerra mundial.
A la perdida de ella se sumaban las sanciones ejemplarizantes impuestas a nación por los vencedores y las cuales se constituían en una pesada carga para una población exhausta en un país en la ruina.
La población, condenada a trabajar en la reconstrucción del país, pasaba por enormes penurias materiales; hambre, frío, duros trabajos etc.
Los servicios públicos, salud, educación etc. eran muy deficientes o inexistentes, las condiciones de vida, pésimas.

Para sobrevivir bajo aquellas adversas circunstancias de la post guerra, muchos, muchas veces, se vieron en la necesidad de vender sus mas preciadas pertenencias por cualquier precio o a trocarlas por alimentos y artículos de primera necesidad en un mercado negro altamente especulativo.
Fue así como obras de arte, antigüedades y gran variedad de objetos de lujo y ornamento fueron cambiados por raciones de alimentos, vestimenta etc. con los cuales tan solo lograban a duras penas sobrevivir.
Incluso armas y hasta condecoraciones de la guerra y de otras tantas guerras en las que habían participado en el transcurso de los años y que habían llevado a conformar la nación en lo que hoy era, que tanto heroísmo y sacrificio habían costado, corrieron igual suerte. Obras y objetos de arte por productos lácteos, medallas por jamones.
Pero por encima de ello y en el fondo, la mayor herida estaba en el orgullo, en una nación orgullosa de si misma, de sus logros y de su tradición militar.
En ella, las juventudes eran educadas para ser buenos soldados antes que nada.
La avatares de su historia y las frecuentes y cruentas guerras habían por ello transformado la cultura y el país en una maquinaria de producción de monstruos para la guerra.
Siendo la guerra una circunstancia de la que era difícil escapar, pues cada generación acostumbraba de participar por lo menos en una, el oficio de soldado y la tradición militar era mejor que fuese aprendido lo mejor posible. En las tradiciones bélicas del país, podía esa preparación ser en cualquier momento cuestión de vida o muerte.
Individuos normalmente bien desarrollados y nutridos, producto de los fértiles y sanos hábitats de el Norte, fuertes y seguros de si mismos, se preparaban minuciosamente en las artes militares, poniendo en el aprendizaje de su extensa tradición militar, con todos sus trucos y artimañas un énfasis especial.

Desde siempre, por idiosincrasia y sentido de superioridad, habían buscando la supremacía sobre sus países vecinos. Soñaban inclusive, algún día, con lograr la dominación mundial.

No eran ni habían sido un poder colonialista, carecían por ello de contacto y relación directa con los países y pueblos lejanos, la información les llegaba por referencia. Eran mas bien una especie de retaguardia de las naciones, especialmente las de Thule, que sí lo eran.
Muy supeditados al ámbito de su tradición y cultura, con extensos grupos o núcleos de población muy reticentes a las influencias foráneas a la vez que celosos de las propias tradiciones y valores y que también se consideraban invadidos y avasallados, cultivaban en el fondo lo suyo. Modificando las influencias a su modo, interpretándolas, acomodándolas a su modo de ser, pero de todos modos a la espera, alguna vez, de liberarse completamente, de dar su contribución al mundo de un modo no dependiente sino autentico, de su propia y genuina oportunidad de manifestarse.
En el proceso social instaurado y en la recuperación del país de las ruinas se trabajaba con criterios y premisas socialistas, muy a la tónica de la situación política internacional preponderante de aquellos días y en la necesidad de incorporar a la sociedad que estaban reconstruyendo elementos de la organización social socialista en un esfuerzo por modernizarla. 
Después de todo, era el pueblo quien había hecho su aporte y logrado su pacifico triunfo en una sociedad en la que las doctrinas colectivistas, anti individualistas, las izquierdas, el socialismo, el comunismo y lo que se le pareciese o semejara y representara desarrollo social colectivo, tradicional y culturalmente no tenían posibilidad, no tenían futuro.
A pesar de el enorme descontento y amargura por las sanciones económicas, pues se veían no solamente en la necesidad de reconstruir el propio país sino además en la obligación pagar por los daños que la guerra había causado a sus rivales vendedores, con gran trabajo, esfuerzo y con el tiempo empezaron a lograr su cometido y no tardo la vida cotidiana en volver a los causes normales anteriores a la guerra.

Empezó con el tiempo la situación a mejorar al por ejemplo integrarse nuevamente a la vida colectiva los servicios públicos y la atención a la población y a estabilizarse a niveles aceptables para la gran nación que habían logrado, en la historia, llegar a ser.

Se reconstruyó el país, se habilitaron los servicios públicos, se reconstruyeron los sistemas de salud publica y educación, se pagaron las deudas pero lo que no pudieron nunca superar fue la dinámica y la mentalidad bélica que el ritmo de su historia les había impuesto.

Se sabían fuertes, inteligentes y se conocían en la guerra. Y en el fondo, como siempre y ahora mas, heridos, seguían buscando la posibilidad de ser ellos, en la próxima, que consideraban inevitable, que ya buscarían y lucharían, los vencedores. Ese era un sentimiento generalizado, popular.

A pesar de haber conjurado una posible revolución o una
guerra civil y de haber cambiado la forma de estado de monarquía a república; a pesar de el giro a la izquierda y de encontrarse en un proceso popular, socialista, ideológicamente pacifista. Era simplemente el peso de la historia, estaba en su modo de ser.
En la nueva situación política, con la izquierda apaciguada y en estrecho dialogo y colaboración con las derechas monárquicas y con las burguesías, en una tradición fuertemente clasista y disciplinada, se llamaba a todos a la reconstrucción conjunta de el país y en la búsqueda de un destino común, a la eliminación de los abismos sociales.
La necesidad de la reconstrucción y restablecimiento de la normalidad ocupaban el esfuerzo colectivo así como también la búsqueda de estabilidad.
Pero en Europa, vetusta, resabiada, parsimoniosa, los conceptos sociales que conducían el proceso eran difíciles de llevar a la practica; en el tire y afloja de el juego político, con el peso y la dinámica de su historia.
No es fácil cambiar una mentalidad de la noche a la mañana por muy fuertes que sean los argumentos en sociedades fundamentalmente profundamente conservadoras, muy cuidadosas de el siguiente paso a seguir, aferradas al pasado.
Cosas como las antiquísimas practicas sociales, su situación internacional en relación a lo europeo y a lo germánico, a lo de Thule, la enorme disponibilidad de recursos materiales e intelectuales, la necesidad que el sistema tenia de el Imperio y de su protección y conservación como formula de supervivencia económica y de expansión y demás aspectos de la realidad europea no habrían de ser fácilmente conjurados o negociados.

Mientras tanto en el Sur, Italia había iniciado a su vez un movimiento que tenia por fin salvar la sociedad y el estatus de una sangrienta revolución comunista pero también de la agobiante influencia que el Norte ejercía en la sociedad a través de la Industria, la Academia, la Media, la Masonería etc.

En el Norte, tras volver la vida mas o menos a la normalidad cotidiana y a la estabilidad después de los largos años de el duro y disciplinado trabajo de la reconstrucción, no tardaron en empezar a manifestarse en el seno de la fatigada sociedad las antiguas taras de las que nunca fue capaz, ni ella ni Europa, de deshacerse.
A pesar de el compromiso político logrado entre las fracciones después de la guerra, a pesar de lo sutil de la estrategia de conjuración de la revolución popular armada y de una eventual guerra civil, en el furor revolucionario que sacudía la humanidad por aquel entonces. Todo inútil.
Fue inevitable. Eran el modo y la tónica de el como la sociedad se había conformado y funcionado siempre. Parecía o no se aceptaba el que podría ser de otro modo. El peso de los nuevos argumentos no tenia ningún efecto. No eran atendidos o entendidos. Era la fuerza de el pasado, la dinámica de su historia.
Entonces, como surgidas de nuevo desde el fondo de las tinieblas, entraron nuevamente en escena las fuerzas de la reacción, tan características en Europa desde la antigüedad, desde la Edad Oscura, desde el Medioevo. Nunca del todo superadas, tan cultivadas incluso en muchas de sus sociedades, tan marcantes en el Norte.Los grupos de presión empezaron a hacer lo suyo, las formas antiguas y nunca superadas mas que teóricamente empezaron a manifestarse de nuevo después del paréntesis de la guerra, exigiendo, acosando, aterrorizando la población con las formas violentas y brutales típicas de la nunca superada tradicional barbarie.
En nombre de el estatus, de el Poder, de la necesidad de expansión, de El Imperio, de la educación entre otras, entraron en acción el terror, el sabotaje, el maltrato, la explotación.
Todo ello en función de una historia que no podía o no quería ofrecer otras variantes.
Así fue siempre, así tenia que seguir siendo.
A los planteamientos ideológicos, a las tesis, a los planes y programas, a las formulas de solución a los problemas sociales de las masas, a todo ello se anteponía inmisericorde y cruel, La Realidad.


No se podía perder lo que tanto había costado en lograrse. En cambio, lo que la nueva formación monolítica tendría que hacer era aprender y asimilar las antiguas formulas y doctrinas y como si nada en realidad hubiese sucedido.
Al grueso de la población, a la mayoría a los habitantes, a el pueblo en la práctica no le significo nada su condescendencia y su estrategia.
Simplemente no había hecho otra cosa que ponerse en la tónica de asimilar mansa y pasivamente las doctrinas y enseñanzas de la tradición y sumarse otra vez a la dinámica de la historia en la que Europa y ellos siempre habían desempeñado papel protagónico preponderante, muy especialmente después de los Grandes Descubrimientos y la entrada en relación de Europa con el vasto mundo y sus pueblos.
Así había sido siempre, así tendría que seguir siendo.

Algo así como si nada hubiese sucedido, como si el cambio de régimen, la instauración de un proceso socialista simplemente no hubiesen acontecido.
Lo que había sucedido era que la gran masa había sido asimilada a La Realidad, la cual se negaba a dar treguas sino que al contrario, tenia ante si una descomunal labor de educación y adoctrinamiento.
Se había logrado reconstruir el país y se suponía que habrían prosperidad, estabilidad y bienestar. Pero aquello no habría de durar demasiado.
El deseo de organizar el pueblo en una sociedad mas igualitaria parecía no tener posibilidades. Parecía como si fuese un pueblo llamado a otro destino o simplemente no fuese prácticamente posible lograrlo.


Fuerzas en la sociedad que yacían latentes desde el final de la guerra no tardaron en entrar nuevamente en acción. Todo ello a pesar de los convenios y pactos y de el manifiesto reiterado deseo de trabajar conjuntamente y con patriotismo y en paz en el proceso de construir un modelo sociedad mas eficaz y funcional, manifestándose entonces a través de una reacción opresiva que habría de llevar el proceso social en marcha a el sistema de relaciones anterior a la guerra y que consideraban superado.

Al precipitarse la reacción, barbara, germana, nórdica, en sus acciones producía el efecto de que reducía la gran mayoría de la población, la más expuesta y vulnerable, en una acción envolvente especialmente en las ciudades y en los centros urbanos, a una existencia misera, de dolor y cansancio, por lo brutal de los métodos.
Al hacerse rutinaria y cotidiana la acción de los grupos, empieza a derrumbarse con ello el sueño popular y socialista de una sociedad mas igualitaria.
La reacción, actuando bajo la protección de los gruesos muros y la noche, de las veloces o blindadas maquinas, de las armas o bien amparándose y abusando de la buena fe y la paciencia de las víctimas que los soportaban y padecían porque así lo dictaban las buenas maneras, la disciplina social, porque así lo decían y ordenaban la cultura y la tradición, logra pronto su cometido desestabilizador.
La cotidianidad de la vida de la sociedad retorna a formas anteriores a la guerra que los había unido ante el enemigo común, formas cuyo origen se perdían en la noche de la historia y de los tiempos.
La usurpaste mentalidad opresora, torturante, martirizante, desplazante se apodera nuevamente de la población en las ciudades, en sus viviendas, en los lugares de trabajo, en la cotidianidad de la vida publica, en todas partes.
Las formas de relación social sobrevivientes desde el feudalismo, surgen de nuevo, con gran intensidad de acuerdo también con un modelo muy frecuente en el Norte pero no desconocido en todo el resto de Europa y el oriente y en todo el mundo. Las ciudades y sus poblaciones estaban sitiadas por dentro o mejor dicho ocupadas; sus moradores estaban concentrados.Argumentando diferentes intereses e ideologías o simplemente aterrorizando sin ningún argumento, fenómeno también muy frecuente, grupos de presión, oscuras fuerzas políticas hostiles y belicosas, ordenes, sectas etc. se habían apoderado nuevamente de las ciudades y sus habitantes.
Sobre las heridas de la derrota militar y el malestar causado por ello y por las posteriores sanciones, la gran mayoría de la población, el pueblo, sufría en silencio. Tal vez a la espera de que el opresor se compadeciera o entendiera alguna vez las problematicas y los argumentos de las mayorías y de las necesidades de organización y estructuración de la vida en comunidad.
El acoso constante, los ataques a la población durante las horas de sueño y descanso, manteniendola cansada, extenuada, al borde del colapso, se hacen cada vez mas rutinarios hasta hacerse parte integrante de la cotidianidad, de ser aceptadas e inclusive representar símbolo de estatus, de manifestación de autoridad, de poder, de convertirse en costumbre.
Los sabotajes a la propiedad colectiva, de uso público, se intensifican y se hacen rutinarios, procurando sembrar descontento y odio entre la población.
Se les condenaba por medio de esas acciones a vivir unas condiciones de vida miserables, como parias, condenados a sufrir por y para siempre, a soportar en silencio, sin descanso ni reposo, sin progreso, constantemente, en un circulo vicioso sin fin, esperanza ni escapatoria posible. Porque las fuerzas de la dominación así lo entendían y era su obligación social y en ello estaba y en ello ponían su honor; en exhibir su crueldad e intransigencia, en controlar todos los aspectos de la vida de las miseras masas, su comportamiento, su vestimenta, sus modales y etiqueta, sus palabras, movimientos, acciones. En negar y destruir sus logros, conquistas sociales y derechos.
Y muchas veces todo ello en nombre de Dios y la religión, de la razón, de la nobleza, de el estatus, de el oro, de la riqueza y demás semejantes tenidos y entendidos como El Bien, generando con ello desesperanza y odio.El pueblo, derrotado, sancionado, sufría en silencio. En su posible idealismo y fe en el hombre esperaba que la dominación se mostraría alguna vez comprensiva y condescendiente con su problemática y su causa.
Era también un pueblo disciplinado, habían vivido y superado muchos procesos, había sufrido mucho, se había curtido en muchas guerras.

Pero el sistema era intransigente a ultranza, inclusive letal. El sistema y sus doctrinas tenían que sobrevivir. Y no daba el brazo a torcer. Aceptabas o morías.
La Dominación, de ser llevada a formas extremas, respondía con cualquier método. Y todo ello estaba justificado, perfectamente justificado.
En este escenario aparecen a la vida política un movimiento y un partido que querían ir mas allá que cualquier otro y modificar las cosas de un modo definitivo y total, de de una vez por todas. Pretendía romper el circulo vicioso en lo que entendían se habían convertido la civilización y la cultura, convirtiéndose de paso en uno de los fenómenos mas profundos e intrigantes de la historia moderna y en realidad de la Historia.

Dirigido por un pintor austriaco veterano de la guerra el cual estando en prisión por causas políticas había escrito un libro que habría de marcar el destino, el nuevo rumbo y definir la estrategia a seguir por su pueblo durante los próximos años.
Se llamaba Adolfo Hitler y en su obra Mi lucha y central en ella, identifica a Israel como el enemigo de fondo de su país, de Europa, de la civilización, de la vida y de la humanidad.La acogida de la obra fue extraordinaria. Parecía como si hubiese llegado al nervio y al corazón de su pueblo.
Fuerzas y sentimientos autóctonos y auténticos que durante toda la historia habían yacido latentes, que nunca se habían expresado de forma manifiesta habían adquirido por fin forma, fueron despertadas y puestas en alerta y a la expectativa.
El distanciamiento de el norte en relación al sur estaba ideológicamente influenciado por restos de doctrinas de la antigüedad y de el oriente.
Ello, en relación a las influencias en el norte de lo latino, de lo griego y en menor medida de lo judío debido a su aceptación entre los nórdicos por el ascendiente y autoridad que este ultimo había adquirido en relación a occidente y que caracterizaban al Norte desde siempre, era llevado a la practica a través de formas burdas, barbaras, brutales o de desprecio e indiferencia en las relaciones con el sur, dificultando o alterando el contacto y la comunicación o de todas maneras a través de ellas se manifestaban y reflejaban. A esto había que añadir los sentimientos en relación a lo racial.

Encontraron entonces en los planteamientos de A. Hitler un reflejo de algo que yacía en su fondo y que sentían; que ponía de manifiesto, sentimientos auténticos y sinceros, algo así siempre habían esperado y deseado y con los que se identificaban plenamente.

Además, por su radicalismo y fuerza, encontraron pronto lugar preferente en el contexto de las estrategias a seguir y que los conduciría otra vez, a cualquier precio, a la cima, a el lugar que sentían les correspondía en el contexto mundial de las naciones.
Al extenderse su ideología y sus doctrinas a través de las descontentas y desilusionadas masas y al ir convirtiéndose y ganando fuerza como movimiento y al irse incorporando especialistas y personalidades del mundo de las finanzas y de la cultura, se profundizo también en el alcance que habría de tener.
Se trazaron metas inmediatas, se llamo a la acción.
Vieron en los planteamientos de Hitler, en su profundidad y alcance, mas que una estrategia pasajera que los conduciría nuevamente a ubicarse entre las naciones poderosas, la tan largamente esperada oportunidad de liberarse de toda la dependencia a la que históricamente se habían visto supeditados e irrumpir en la historia con lo propio y autóctono, que expresaba a la vez sus sentimientos y su modo de entender las cosas y de paso los podría llevar a asumir la conducción de la humanidad en busca de un futuro mejor.

Toda esta serie de planteamientos y proposiciones fue adquiriendo forma de ideología, de doctrina política y adquirió forma concreta al conformarse como partido y empezar a actuar en la vida política del país.
Al insertarse dentro de partidos y organizaciones obreras, infundiéndolas de las nuevas doctrinas y transformándolas y fundiéndolas en un partido con gran apoyo de base, que velaría por los intereses de el pueblo al plantear sacarlo de la tradicional espiral de violencia reaccionaria que conduciría otra vez a que el, el pueblo, fuera masacrado y la principal víctima en la próxima inevitable guerra, procuraría esta vez en que sería el pueblo el que controlaría la situación y su proceso.
Se enfrentaban también a la necesidad de detener la violencia reaccionaria que de nuevo se apoderaba de el país y de el proceso social. Se sentían traicionados y estaban hartos de ello y de el conocido rumbo que estaban tomando otra vez las cosas.
Por el alcance de los propósitos, por lo difícil de su ejecución y para reforzar sus planteamientos y atender las necesidades de el movimiento en los altos planos en la enorme labor que se avecinaba, se recurrió a la sociedad de Thule, una orden oculta secreta, cual se encargaría de proporcionar la guia y la asistencia espiritual durante el proceso además de velar, vigilar y supervisar por el desmantelamiento ideológico y cultural en el proceso de el cambio total de mentalidad que planeaban efectuar.
Sobre el establecido concepto que sobre territorialidad y su dominio había conducido el proceso histórico, la evolución y aplicación practica de las doctrinas y las ideas y por haber adquirido este las formas que después de la Edad Media había adquirido, especialmente en el Norte y el Este de Europa adonde formas sociales muy anticuadas y retrogradas eran frecuentes y en lo que lo primordial de el sentido de propiedad y control era el sentido tradicional de el dominio, de características barbaras, absolutistas, individualistas y cuyas formas habían llegado y se habían adaptado a la modernidad, se elaboró el nuevo sentido que habría de tener el sentido de el Señorío.
Se considero el sentido existente como obsoleto y decadente, corrupto y pervertido y en la necesidad de ser remplazado, substituido.

Los nuevos conceptos que bajo la guianza de los pueblos superiores, ubicados mas allá de la sensiblería y de la alienación, asumirían el control de el sentido y el rumbo que debería seguir la humanidad purificada y renovada.
La nueva moral de los señores, ubicada mas allá de el bien y del mal, de los valores tradicionales clásicos, brindaba y proporcionaba un marco de libertad absoluta de acción, libre de cargos de conciencia y responsabilidades semejantes.
Seria el bien lo que sirviera a los intereses de la causa, de el movimiento, de su difusión e implantación.
El sentido de la moral y del valor en los que se habían conformado Europa ellos incluidos aunque desde la margen, había llegado a un fin; también el de propiedad, dominio y señorío.
También desde el fondo del movimiento, el partido se encargaría de hacer ejecutar los planes fundamentales y que tenían fascinados al pueblo: erradicación de todo rastro de lo judío, inclusive su eliminación física, erradicación de la raza negra y de los gitanos; de Europa en un principio y de la faz de la tierra y de la historia más adelante.
Se propusieron y elaboraron planes de exterminio a los que padeciesen enfermedades de origen genético, a los que nacieran con algún defecto.También los homosexuales y los enfermos mentales. Se practicaría la eutanasia a los enfermos terminales.

El fin sería la implantación en la tierra de la hegemonía de los pueblos puros de Europa, con la raza blanca a la cabeza.
En el afán por velar por la pureza racial, se prohibieron las relaciones interraciales e inclusive los matrimonios.

La magnitud y el alcance del fenómeno eran totales. Era también un llamado a la lucha por la renovación de la cultura y a la guerra para difundirlas por el mundo.
Si de una vez por todas se querían vengar a la vez que ocupar el puesto que les correspondía, ya habían encontrado y definido el enemigo.
Restaba prepararse para llevar todo ello a la realidad.
Ya habían encontrado por donde empezar; declarar la cultura occidental y su civilización como condenada al fracaso, en un rumbo y en un sentido sin futuro y en la necesidad de renovación eminente, de fijarse y buscar nuevas metas.
En la necesidad y en la tarea de desmantelar esa cultura reemplazándola por la nueva concebida con otras premisas y en un plano mas general, purificar la humanidad racial y genéticamente, eliminando lo peor, condenando con ello gran parte de ella a muerte.
Así lo quería y así lo entendió el pueblo, de un modo total, con una fascinación, un éxtasis que aun intriga.
Lo cierto fue que la aceptación de las doctrinas y tesis del movimiento fue masiva y que el pueblo se dio de lleno a la tarea de concretizarla.

Significaba un rompimiento con la historia, con el concepto de civilización, con el resto de la humanidad.
La conformación de una realidad que habría de ser el patrón del futuro. Una nueva Era había surgido. Restaba tan solo llevarla a la práctica.

Parece como si las tesis y los planteamientos hubiera sido lo que desde siempre esperaban y buscaban o se asemejaban mucho.
O simplemente fue la dinámica de la historia, el modo como habría de ser la próxima guerra.
De todos modos la respuesta del pueblo en todos los estratos fue general.
Y como corrían tiempos difíciles, como estaban incómodos con el resultado de la guerra mundial, como estaban hartos de la cultura, de el modo como estaban concebidas las cosas, de el rumbo que estaba tomando la humanidad y su conformación y como desde siempre habían deseado ser y expresarse y tener lo propio para desde el plano universal insertarse de modo definitivo en la humanidad y en la historia, se entregaron completamente a la tarea que a que esta vez se les llamaba, en la cual con muchos de los elementos encontraban identificación total. Y de paso mejorar la humanidad, purificarla de lo inferior y deficiente, de lo enfermo y degenerado.No hubo de tardar demasiado hasta que la gran mayoría de el pueblo captara el mensaje y las consignas políticas. Y más que eso, el llamado que hacia a los altos planos de el hombre, a los planos de la metafísica, de las ideas, a las profundidades del ser humano. Era un llamado a una revolución total.
No tardaron demasiado en asumir el poder.


Se presentaron a elecciones y en un proceso democrático, que ilustra también un aspecto importante de el fenómeno, las ganaron. Aunque, esencialmente, el movimiento no fuera democrático, había utilizando recursos y formas democráticas, procurando desde el control del estado empezar a buscar lo que querían.

Una vez el partido en el poder, se efectúa una profundizaron y radicalizaron del movimiento el cual de modo frenético en un principio y fanático después empieza a poner en práctica sus doctrinas. Se dieron a la tarea de crear una nueva mentalidad pero para ello habría antes que desmontar, destruir la existente, la actuante y vigente.
Se habría también de volver al rescate de lo autóctono, a los productos culturales propios. Y a la depuración de las influencias extranjeras perniciosas y nocivas.Como era un movimiento que venia desde la base y redundaba en beneficio de la mayoría, buscaba generar camaradería, confianza, solidaridad a través de revitalizar y trabajar intensamente los elementos más fuertes de su identidad ya de por si vastante fuerte, recurriendo a ello p. ej. a el folclore y a través de fiestas populares, festivales y demás actividades y demostraciones de las tradiciones, el arte y la cultura populares. Además de mítines, manifestaciones, paradas militares, desfiles etc.
Como un recurso inmediato, moderno, sutil, profundo, la utilización masiva, intensiva de los medios de comunicación y persuasión especialmente de la radio y la cinematografía a través de programas especialmente elaborados por aquellos que mejor conocían la potencialidad de los recursos de la media y de la propaganda, surtió el efecto esperado.

A través de la radio especialmente, se efectuaron intensivos programas de difusión y adoctrinamiento y se impartieron toda clase de instrucciones.
Siendo el fenómeno de la radio un fenómeno nuevo y desconocido a la humanidad, a las masas, su cuidadosa y estudiada utilización tuvo un efecto contundente, rotundo, nunca antes visto en la psicología y el mundo de la comunicación de masas. Se trataba de remplazar la mentalidad, el modo de concebir las cosas, por la ideología del movimiento y del partido. Estaba en gesta el nuevo modelo de hombre, de país, de cultura y tenía pretensiones de dominio a nivel mundial.Y se dieron a ello con todas las fuerzas. La energía acumulada desde siempre fue liberada en función de la causa.Eapoyo que logro llegar a obtener fue masivo, prácticamente general máxime cuando se empezó a deslumbrar el alcance real que podría llegar a tener, la magnitud de lo que estaban empezando a crear y en lo cual ya estaban inmiscuidosLa educación, a la cual se le presto gran consideración, pues de ella dependía el futuro del movimiento, se haría de acuerdo a sus conceptos y doctrinas; especial atención en ello se prestó a la niñez y a la juventud. El concepto de civilización había llegado a un fin.También el concepto del hombre.Entre otras cosas, el movimiento buscaba proteger y desarrollar los logros sociales de el pueblo. Siendo una nación desarrollada, industrializada, altamente culta y de gran peso a nivel mundial tenia que velar también por su posición y sus logros.
Ubicada en el corazón de Europa era también parte de el imperio de Thule y tenia intereses en varios imperios. Formaba parte importante de El Imperio en todo el mundo.
Buscaban entonces resolver la disyuntiva combinando el desarrollo social socialista con el mantenimiento de la posición y el rol a la que su propio desarrollo histórico les había conducido.

Si bien una vez concluida la guerra y en la dinámica de la revolución popular habían substituido el régimen monárquico por el republicano, con la participación de la izquierda, no significaba que se habían hecho comunistas por ello.
Pero ¿como manejar las fuerzas de la izquierda y transformar la sociedad socialistamente y seguir a la vez formando parte de el Imperio, de la aristocracia y de la crema mundial que en calidad de europeos formaba parte de su idiosincrasia y educación?
A ello se sumaba negativamente el concepto que tenían ya auténtico ya estratégico acerca de otras razas que no fuera la blanca y de los países no desarrollados que no pasaban de ser los salvajes.

Ello sin contar con el reforzamiento que a dicha mentalidad habían inculcado el pensamiento de F. Nietzsche y el concepto de el superhombre, que significó de cierto modo una especie de paso adelante o ubicación en otro plano superior la mentalidad europea en relación con el resto de la humanidad.
Eran también a la vez europeos y su destino era ser superhombres.
El devenir de el fascismo y su adopción fue la formula de solución.

La situación consistía en atender los intereses y los logros del pueblo a través de un proceso socialista pero a la vez velar por su estatus de nación rica, desarrollada, culta en el contexto mundial.
Era un especie de proceso paralelo y simultaneo de socialización-aburgezación de la sociedad.

Eran socialistas en el sentido de el desarrollo que debía tener la sociedad, eran burgueses en el sentido de que siendo quien eran y viniendo de donde venían, representaban en el contexto mundial la cúspide de la humanidad y no podían ser menos. Muy europeo, en un contexto de cosas en el que el fuerte devenir de la humanidad en otras regiones del planeta, especialmente América y mas recientemente el Este de Europa ponían en juego la histórica supremacía Europea en el mundo.
Buscando cumplir las promesas y reafirmarse en las tradiciones guerreras y en su espíritu de conquista, se había iniciado una intensa carrera armamentista cuyo fin era restituir el poderío militar y una vez logrado lanzarse a la conquista de la supremacía mundial.
La carrera armamentista se constituyo en uno de los motores mas importantes de la economía y contó con la participación entusiasmada de el capital tanto domestico como mundial que veía también en ello una reafirmación de su poderío y una inversión en su protección y seguridad.
El pueblo habría de cambiar su enfoque hacia todas las cosas de un modo fundamental, desde otra concepción, desde otros criterios. Se efectuaría un desmonte cultural, los valores se transformarían en el valor que el movimiento había asignado.
El Reino, el caudillo, oro y riqueza, placer, dominación, sentido del deber, intransigencia y crueldad con los disidentes, con los opositores. Guerra a muerte a los enemigos, fidelidad con la causa, con el partido, con el pueblo.
Era una versión de socialismo desde arriba, desde la riqueza y el poder.
Encajado dentro del fascismo, encontraron su enemigo en otros socialismos y en el comunismo, por considerar que dichos procesos, en aquellos hombres y países se constituían en el mayor peligro para la civilización y para la humanidad.
Que organizados y armados, podrían llegar a usurpar la hegemonía de las sociedades desarrolladas, especialmente las europeas pero también el Japón, amenazando con ello su tradicional rol civilizador, directriz y su supremacía.
Estaban además las pretensiones de dominación mundial.
La alianza con el poderoso polo en el extremo Oriente reafirmaba dichas pretensiones, tanto en lo concerniente a controlar Eurasia como a América.


A Europa, al mundo civilizado y desarrollado, al estatus quo a nivel mundial había que salvarlo de el peligro que significaba que el proletariado mundial, los monstruos salvajes, se hicieran dueños del planeta y del destino de la humanidad.
Fue la conformación de una especie de comunismo de los poderosos, de una internacional del poder, de la riqueza, de el estatus.
¿El enemigo? El infrahombre, sus ideologías y organizaciones.
Para afirmarse en el poder, se aliaron con los otros poderosos de todo el planeta, en una comunidad de intereses comunes y en guerra contra lo que consideraban el devenir organizado y armado de los estadios inferiores de la organización social y de la evolución.
Al avanzar el nuevo proceso, el movimiento se hace cada vez mas poderoso, asumiendo el régimen la dirección de todas las actividades. Se intensifica la carrera armamentista. Se intensifican los pactos y se profundiza en las alianzas especialmente con Roma y por extensión con la latinidad y con Japón, ejerciendo fuerte influencia en Eurasia, toda Asia y América.
Ante las enormes pretensiones económicas y militares, el proceso entra en una espiral vertiginosa e indetenible.

La reafirmacón de el poder y del establecimiento adquiere proporciones mundiales. El devenir de las masas mundiales y su organización y pretensiones se considera como el peligro que debe ser puesto bajo control.
Los planteamientos de la revolución mundial popular pretendían cambiar el curso de la historia de acuerdo a su concepto y doctrinas.
El estatus quo mundial, el resultado de largos procesos históricos en lo social, lo militar, lo científico habían sido cuestionados en función de de una organización social que pregonaba, incluiría la totalidad de la humanidad.
Y el estatus no se dejaba cuestionar tan fácilmente.
Respondió a la defensiva; adoptó el socialismo, lo hizo suyo, su causa y empezó a concebir la transformación mundial y la modernización de la sociedad mundial como una revolución desde arriba, desde el poder y desde la dinámica de la historia.
Fue la respuesta de la riqueza y el poder, de el establecimiento y el estatus quo ante los planteamientos de la revolución mundial popular, el devenir de las masas y los pueblos.

Las tesis y doctrinas que habían guiado el devenir histórico habían sido cuestionadas, declaradas obsoletas y muertas y definitivamente rechazadas.
La humanidad tenia que ser revolucionada; el futuro habría de tener otras características y el nuevo movimiento en Europa se encargaría de que ello fuese así.
Y con la formula de el socialismo desde arriba, de los poderosos, se lanzaron a la reorganización de su propia sociedad así como tambien buscar el posicionamiento de controlar los procesos de desarrollo social a nivel mundial.
Estaba ello también de acuerdo a la dinámica de la historia y de expansión de el tradicional poderío militar, aunque esta vez con otras premisas.

Con el devenir de pueblos e ideologías, las revoluciones populares y el socialismo a nivel mundial se había puesto en jaque la tradicional hegemonía mundial de Europa, la que siempre desempeño un rol guía protagonista.
Y la de el Japón también, por su deseo de devenir potencia mundial de primer orden, con sus pretensiones en su área de influencia cultural y para lo cual se había largamente preparado y por el auge, la fuerza y la importancia que había adquirido en el nuevo alineamiento, con fuertes aliados en Europa y con un fuerte ascendiente cultural en el fenómeno en que se encontraban de modificación de la cultura europea.

El cambio de sentido que significaba ese proceso de revoluciones y socialismos, significaban a su vez el fin de el Imperio y de cambio de el sentido de la historia. Ello no podía aceptarlo fácilmente el estatus quo.

No lo podían aceptar tan fácilmente y se lanzaron al contraataque. Adoptaron las formulas socialistas, se alinearon, armaron y se prepararon para la guerra que volvería a poner las cosas en el lugar que les correspondía, sin amenazas sociales, bajo su dominio y control.
Pero esta vez sería diferente, se iban a modificar y cambiar conceptos fundamentales, cambiar la mentalidad de la humanidad; purificarla racial y genéticamente y entonces buscar el futuro.
Toda esa serie de planteamientos y sucesos, además de los logros que se iban efectuando ya que más que palabras eran procesos políticos y sociales, precipitaron a Europa y a la humanidad entera en una serie de eventos y procesos que aumentaban la tensión mundial y hacían imprevisible el rumbo que habrían de tomar las cosas y su desenlace.
América por su parte se hallaba en crisis. Después de haber devenido potencia mundial después de la Gran Guerra, se encontraba en medio de una gran depresión económica, con gran cantidad de desempleados y en profunda crisis.

España, adonde el proceso que se vivió después de la Gran Guerra y de las revoluciones violentas y pacificas que la sucedieron y que reflejaba el poder de el devenir de las masas y la toma del poder y control por parte de ellas, había dado como resultado un cambio de régimen de monárquico a republicano, todo ello en proceso democrático.

Sentían también que así normalizaban la situación ya que anteriormente el régimen republicano democráticamente elegido había sido derrocado.

E
n todo el mundo la reacción del establecimiento, esta vez inyectado de nuevas ideas y doctrinas, renovado y dispuesto esta vez a transformar la humanidad de un modo radical y lanzado al ataque había generado un estado extraordinario de tensión y expectativa.En medio de la crisis en que se encontraban los conceptos y los valores, ante el cuestionamiento y replanteamiento de cuestiones fundamentales tales como el Bien, el Mal, el de democracia había perdido su tradicional y hondo significado.
Ahora era cuestión de poder, de dominio sobre la naturaleza en un nuevo proceso que había cuestionado el rumbo de la historia y el destino de la humanidad.
Pero fue en España donde se precipitaron las cosas. Los españoles, acorralados entre su proceso popular y las presiones de el proceso que estaba teniendo lugar en gran parte de Europa y en el mundo y como un reflejo de ello y de las cosas que estaban sucediendo, terminaron por irse a una sangrienta guerra civil.
Pero España muy posiblemente no hubiera sobrevivido como nación de haber seguido las cosas su ritmo normal. El fuerte poder militar al que tenia que haberse enfrentado y las enconadas ambiciones que despertaba eran enemigos a los que difícilmente hubiera podido superar. La guerra civil y la posterior militarización que la ubicaron en la neutralidad militar evitaron mayores catástrofes.
Por otra parte, la tradición europea no podía o no quería que sus normas y costumbres fueran modificadas en su relación tradicional con el mundo, máxime encontrándose como se encontraba en un proceso de profundos cambios internos y de la remodelación de esas relaciones que se proponían llevar a la práctica.
Pero en medio de todo el furor revolucionario, de la creación de una nueva cultura, de combatir a los enemigos y de la carrera armamentista y todo el tejemaneje de la política, de la alianzas y simpatizantes etc. se da por dentro de el movimiento, ya radical de por si, por su ideología, propuestas y planes, un fenómeno de sobrereacción, otra vez, semejante a la que ya habia frustrado el proceso socialista de la postguerra de la Gran Guerra, que habia ocasionado que desde el hastío el pueblo de Thule se enbarcara en la aventura de las caracteristicas que tenia su proceso.
Se tenía entonces un autentico movimiento de renovación ideológico, cultural y demás y dentro de el una sobrereacción, como una especie de búsqueda de asesinar esa naciente nueva forma de carácter que se estaba generando, una búsqueda de saturación y de exceso, de llevar las cosas al absurdo, a lo grotesco, a lo delirante, a el máximo extremo posible.
Pero no con un sentido de detenerlo sino también con un sentido de afirmación de el proceso, provocando y generando con ello algunas de las características que tuvo durante su devenir en contraste con lo que era lo aceptado y acordado en los contextos de la cultura y de la civilización europeas y mundial.
Esa ambibalencia estubo presente durante toda la duración del fenomeno y adquirió formas extremas durante la guerra.

O quizás era tan solo que la barbarie reprimida encontraba ahora su libre expresión, su oportunidad y escenario para manifestarse.
A el radicalismo, energía y entusiasmo que los fieles seguidores del movimiento expresaban y sentían, se sumaron una serie de participantes en el proceso cuyo fondo ideológico no estaba del todo definido pero de actitudes y acciones más radicales y violentas todavía.
Una horda brutal y feróz, desestabilizaste y bélica, de trasfondo dudoso pero de acciones definidas.
Solamente contribuyeron a acelerar la espiral de violencia y a acrecentar su virulencia.
Cuando toda Europa estaba inmiscuida en el proceso, cuando se habían constituido ejes, alianzas y pactos a nivel mundial, entendió la humanidad entera que se hallaba ante un fenómeno sin precedentes, el poder contra la debilidad, los ricos contra los pobres, lo hecho contra lo subdesarrollado,lo primitivo y contra el devenir de las masas infrahumanas que se habían constituido en el peligro para la humanidad.
Un conflicto entre las nuevas premisas y conceptos y el proceso que había marcado el sentido de la civilización y de la cultura. Un conflicto inegociable y cuya única salida habría de ser, con toda la humanidad inmiscuida, otra vez la guerra.

12.12.2006

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