6.06.2007

De la blanca blancura.

Pues bien, creo que no es ninguna novedad el comentar acerca de la problemática que envuelve la raza blanca. Me refiero con este termino a la raza blanca de ojos azules y rubios cabellos. Por la actualidad de dicha problemática que se refleja especialmente en situaciones como la crisis de desmembramiento que se vive en el Reino Unido, con Escocia desligándose del Reino y todo ello con el trasfondo de la guerra de Iraq en la cual dicho componente desde sus orígenes, las relaciones interraciales, juega un rol preponderante. Constituido quizá en el rasgo de identidad mas fuerte, el fortalecimiento de dicha identidad y la creación cultural abierta o subterránea en su ámbito giraba en torno al concepto de raza; como preservar su pureza, como generar y crear su cultura y actitudes, como relacionarse con los demás grupos humanos. Desde la antiguedad ya eran conocidas las dificultades que la relación y el trato con dicho grupo conllevaba. En fenómenos como el KKK, el Apartheid, la situación Australiana, las manifestaciones raciales expresadas durante el nazismo, el Frente nacional francés etc, los criterios de raza desempeñaban un rol primordial. Siempre recelosos en Europa hacia los pueblos del Sur, sus gentes, sus costumbres, su cultura. Las influencias que de allí llegaban les habían sido impuestas por las noblezas de los diferentes países en un proceso de unificación, integración y creación de Europa por el cristianismo, emprendida e intensificada desde la caída del Imperio Romano. En muchos casos dichas influencias habían sido aceptadas de mala gana.En el fondo, sustentaban una nostalgia atlante. Las influencias llegadas de el Sur, de las culturas mediterráneas, Grecia, Roma, de el cristianismo con su trasfondo judío y egipcio no eran de su especial interés; las aceptaban porque era lo que había que hacer, es más, eran motivo de repudio. Ante la carencia de formas intelectuales propias organizadas, de ideologías, de doctrinas y semejantes, mantuvieron una resistencia como mejor pudieron. Su identidad entonces, su argumento: la raza, el control territorial, la guerra.Siempre se las ingeniaron para mantener la distancia. Por la fuerza, por la discriminación, por la exclusión. Desde el monoteísmo, la platónica doctrina de las ideas, el Organón, el oráculo de Apolo, el helenismo, Andalia, la realidad inteligible etc. etc. se procuraba crear una dimensión abstracta en cuya preocupación se facilitarían las cosas. La doctrina de aguas por su parte se refería a la realidad desde parámetros físicos concretos. Carente de la dimensión metafísica, sus sistemas de ideogramas o de elementos daba cabida a todos los aspectos de la realidad. La raza blanca, en los territorios en los que ejercía control acostumbraba ejercer un dominio total y absoluto sobre los demás grupos raciales o étnicos, comúnmente a base de terror y violencia. Por tradición, por costumbre desarrollaban formas que garantizaban la impunidad ante ese tipo de actos, inclusive los incitaban. Desde siempre, en la conformación con los pueblos del Sur las relaciones estuvieron caracterizadas por las dificultades del tipo violencia, truculencia, impertinencia como estrategias de conservación de la raza, de expansión territorial, de relación con los demás , de dominio. En medio de ese milenario tire y afloja, Europa, el Sur, hecho a la mar, descubre nuevos territorios, pueblos, civilizaciones. Como parte de Europa, los pueblos blancos del Norte participan en los acontecimientos. Pero en América, en Australia, en África en otra dimensión de cosas, el fenómeno de violencia racial se perpetúa, adquiere otras formas. Esta vez no es solamente el Sur, sino que la problemática implica a otros pueblos. Las influencias del Sur, trabajadas por los grandes pensadores del Norte, especialmente los alemanes, especialmente Hegel, alcanzan las más elevadas y sublimes cumbres. En el área de influencia de la raza blanca se da un gran desarrollo científico e industrial. Fuertes y ambiciosos pero sobre todo guerreros, tienen pretensiones de expansión y conquista. Se presiona en todo su Imperio por lograrlo. En el tope de ello, se emprende la aventura de un pensamiento autóctono, más próximo a su idiosincrasia, liberado de las influencias del Sur. Muere Dios y con Él el su forma de Idealismo y con ello los vínculos con el Sur que aquello significaba, se modifican, se alteran. Ante los planteamientos de dicho pensamiento, surge torda una corriente; se inicia una especie de desmonte cultural y su adopción y establecimiento en el ámbito de la germandad. Se intensifican el antisemitismo y el racismo en general. Todas las tensiones sociales desembocan en una Guerra Mundial.. Después de esta, lo que era creencia, tradición autóctona, cultura subterránea, rebeldía y repudio al Sur y por supuesto los sentimientos de superioridad racial y evolutiva toman formas concretas.Para profundizar en la problemática y ponerle solución definitiva, se rompe con la tradición judeo-cristiana y se emprende rumbo propio. En un principio se conforma un movimiento político para luego convertirse en un movimiento de trasformación cultural a nivel nacional y de raza, buscado crear una cultura autóctona e independiente. Y el dominio de el mundo. En ello el elemento racial, su pureza y virtudes desempeñaban rol preponderante. Primando sobre todas las cosas, su fortísimo instinto guerrero los hizo lanzarse a una aventura de conquista de el poder mundial. También de purificación racial, étnica y genética de la humanidad. Con este argumento se exterminaron millones, léase bien, millones de seres humanos.Los judíos, los gitanos, los negros, condenados a el exterminio. Por extensión los mestizajes en todo el mundo. Gran parte de la humanidad había sido, simplemente, condenada a muerte.Hubo por ello otra Guerra Mundial. Las fuerzas que preconizaban el exterminio la perdieron al coste de millones de vidas humanas y gran destrucción material, pero ni la ideología ni la doctrina por ello desaparecieron. Una generación entera había crecido y sido educada dentro de las nuevas ideologías, doctrinas y postulados todo lo cual había sido puesto a prueba en guerra. Se había generado un ámbito cultural, político, económico. Desde la iniciación del fenómeno, durante su curso de formación y constitución y más tarde en la práctica política y cultural, en función de el peso que los motivos raciales tenían en él, las múltiples manifestaciones de afirmación sobre el sentido de raza habían sido fuertes y trascendentales y habrían de profundizar el ya grave conflicto racial existente desde siempre. Pero esta vez la manifestación del conflicto había tenido formas ordenadas; una ideología, una doctrina. Esta vez no operaba parásitamente sobre el trasfondo de otras ideologías y doctrinas. La derrota habría de traer consigo otra problemática.El poder de la ideología, su pureza, operando sobre la fuerza, la vitalidad de la raza había arrojado como resultado un desvinculamiento de las corrientes ideológicas que se constituían la base de la civilización europea y sus influencias en el mundo. La depuración cultural que se efectuó durante su proceso formativo implicaba la exclusión tacita de todas las influencias ajenas a el propio proceso. Había que depurar la cultura y las mentes de las influencias que llegasen o existiesen y que estuviesen relacionadas con lo judío, con lo semítico.Depuración cultural, eliminación de lo judío, usurpar y asumir su rol en relación con la cultura europea. También el componente racial en su faceta más importante; la eliminación de la raza negra. Era la búsqueda frenética y tenaz por la hegemonía mundial y que implicaba las eliminaciones culturales y raciales.Pero todo ello se perdió con la guerra. Las generaciones de post guerra como parte de su herencia cultural heredaron también el abismo infranqueable que cultural y políticamente se había formado en relación con gran parte de los demás grupos humanos, aislándose hostilmente en su convencimiento y creencias y en medio de las enormes dificultades. El sentido de superioridad, la necesidad frenética y distorsionada de dominio, el lastimado orgullo como nación y como raza eran componentes de una problemática que llegó hasta nosotros. En su afán por validar lo que todavía consideraban lo verdadero se recurrió entonces a veces a recursos de infiltración en otras ideologías, obrando el ellas de forma distorsionada generando confusión y desconfianza.

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Afortunadamente en función de la biodiversidad humana, la modernidad ha traído consigo recursos que han facilitado la información y el intercambio. Ya no es el ámbito reducido de la propia nación o cultura. Ello ha brindado elementos para que lo radical e intransigente de las ideologías de exterminio, producto de una realidad más limitada se transformen, se modifiquen y asuman la problemática desde otras perspectivas quizá más consientes, quizás más enriquecedoras pero de todos modos menos peligrosas. A este respecto es necesario encontrar formas eficientes que controlen el conflicto, que eventualmente conduscan a una aproximación y al dialogo, evitando las ambivalencias, las fricciones y delimitando de forma ordenada los parámetros. De no ser así, la problemática habrá de seguir teniendo resoluciones violentas. Desafortunadamente subsisten también una serie de sentimientos, asociados todavía a la tradición cultural y su dinámica, al orgullo herido, a la confusión y a la desesperación así como también la perversidad, que en la contradicción que se da dentro de el ámbito de lo cultural y de lo racial en el esfuerzo a veces desesperado por conjugar los extremos, se expresa grotescamente actuando sobre formas culturales tradicionales, corrompiéndolas, haciéndole perder su validez. Lo rotundo de los planteamientos políticos que postulan el exterminio como la única forma posible de resolución a la problemática de el racismo, de la biodiversidad humana han de agilizarce en beneficio de todos, para de ese modo obtener un mayor beneficio práctico en el dominio y control de la naturaleza que la posibilidad de la biodiversidad ofrece.

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